No todo ocurre como lo planeas. A veces la vida se guarda
para sí sorpresas que te pillan desprevenida y en ocasiones, te cambian. Te
cambian a ti, a tu manera de pensar, a tu forma de ver el mundo, de ver a la
gente que está contigo... Te hace darte cuenta que no todo es como imaginabas,
que la persona más cercana puede resultar ser tu peor enemigo, que ese chico
que tan bien te trataba puede haber estado
mintiéndote desde que le conoces... Y sin ni siquiera inmutarse. Porque son
así, un día eres perfecta para ellos y al día siguiente se han olvidado hasta
de dónde vives después de haberte acompañado hasta tu portal miles de noches.
Un día te cogen de la mano y al día siguiente te la pisan con los tacones de
esa otra con la que andan ahora. Una semana no pueden estar ni un segundo sin
hablar contigo y a la siguiente te bloquean. Un mes ves las estrellas 31 veces
y al siguiente apilas escaleras para intentar coger alguna por la noche porque
lo echas de menos, y te caes. Pasas de mirarle a los ojos y derretirte a
disfrutar de las bonitas vistas de tus zapatos cuando anda cerca. De decir
"somos felices, estamos bien..." a "no te preocupes, voy
tirando". Son así. Son los más valientes, pero no se atreven a decir las
verdades a la cara. Son incapaces de dejar de lado su orgullo, por mucho que
les importes. No piensan, no escuchan, no razonan. "Déjales, aún no han
madurado" dicen, pues ya toca.
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